Buena parte de los relatos y, en especial, los microrrelatos de esta colección tienen una cualidad epigramática. De hecho, nada más comenzar a leerla (y debo aclarar que, contra mi costumbre, lo hice al azar y por el medio, caso práctico»), se me vino inevitablemente a la cabeza el metaepigrama de Juan de Iriarte en el que el poeta define el género: A la abeja semejante, para que cause placer, el epigrama ha de serpequeño, dulce y punzante. Se situaba así don Juan en la estela de Escalígero, quien, en el tercero de sus Poetices libriseptem , había caracterizado el epigrama por estar dotado de breuitas etargutia, esto es, de brevedad y agudeza. Pues bien, ambas cualidades (y con más de salado que de dulce, pese a Iriarte) caracterizan buena parte de estos relatos, que prefieren este registro al de la intriga enigmática a lo Monterroso.