Los sonámbulos, Libro II: Esch o la anarquía (1931) se sitúa en 1903 y continúa la trilogía iniciada por Hermann Broch para examinar la desintegración de los valores en la Europa moderna. El protagonista, August Esch, es un empleado de contabilidad que se siente frustrado, desplazado y lleno de resentimiento hacia la sociedad. Incapaz de encontrar un propósito claro en su vida, se mueve entre la rigidez moral y el deseo de ruptura, oscilando en un estado de permanente insatisfacción.
La figura de Esch refleja el paso del romanticismo al desencanto, encarnando la pérdida de certezas en un mundo donde los ideales tradicionales se derrumban y la vida burguesa aparece vacía. Su carácter rígido, pero al mismo tiempo caótico, lo lleva a buscar nuevas formas de identidad en movimientos políticos y sociales que prometen un cambio, aunque sin llegar nunca a una verdadera convicción. En él se hace evidente el avance de la anarquía espiritual, un síntoma del desmoronamiento de valores colectivos.
La novela expone con crudeza la crisis de sentido de la clase media, mostrando cómo Esch, atrapado en contradicciones, representa a una generación que busca desesperadamente un nuevo orden en medio de la desorientación. Como en toda la trilogía, Broch combina la narración psicológica con una profunda reflexión filosófica, proyectando en su personaje la angustia de una época marcada por la transición hacia la modernidad.
Hermann Broch (1886–1951) fue un novelista y pensador austriaco cuya obra se centra en el análisis de la decadencia cultural y moral de Europa. En Los sonámbulos, Broch retrata tres momentos históricos —romanticismo, anarquía y realismo— para mostrar la progresiva desintegración de los valores que sostenían a la sociedad burguesa. Su estilo mezcla narrativa, ensayo y filosofía, consolidándolo como una de las figuras más originales de la literatura modernista.