La prisionera, de Marcel Proust, es el quinto volumen de la monumental obra En busca del tiempo perdido, y ofrece una introspectiva y compleja exploración del deseo, los celos y el control en las relaciones humanas. La novela narra la convivencia del narrador con Albertine, a quien mantiene recluida en su casa bajo una vigilancia obsesiva, mientras lucha con su creciente inseguridad y el temor constante de ser traicionado. A través de este vínculo tenso y desequilibrado, Proust examina las contradicciones del amor posesivo y la ilusión de poder retener al otro.

Desde su publicación, La prisionera ha sido reconocida por su aguda profundidad psicológica y su estilo introspectivo. La obra descompone el tiempo interno de los personajes y analiza con minuciosidad las emociones más íntimas, reflejando la maestría de Proust en capturar los matices del pensamiento humano. Con una prosa densa y refinada, la novela se convierte en un retrato del alma atrapada por la pasión y el autoengaño.

La relevancia perdurable de La prisionera reside en su capacidad para revelar los mecanismos ocultos del deseo y la fragilidad de las relaciones marcadas por la dependencia emocional. Es una meditación inquietante sobre la libertad, la identidad y el sufrimiento que puede generar el amor cuando se convierte en encierro.