Debido a las grandes condiciones de adaptabilidad de la chumbera a suelos con limitaciones de profundidad y textura y a su condición de alta eficiencia en el uso del agua, esta especie ha constituido desde antiguo una planta de múltiples aprovechamientos en las regiones de escaso rendimiento agrícola. Aunque en la actualidad el destino principal de las plantaciones de chumbera es para la obtención de fruta para el consumo humano, cabe destacar la creciente potencialidad de este cultivo para su industrialización. El gran contenido vitamínico y azucarado de los frutos de la chumbera y su acción nutritiva y diurética han hecho que su consumo como fruta de mesa se haya impuesto en algunos lugares. La chumbera, consumida como verdura, también es un subproducto muy popularmente aceptado en la cocina tradicional mejicana y en la zona sur de los Estados Unidos, en donde se consumen los llamados nopalitos. Por otro lado, la chumbera como forraje es bien aceptada por los rumiantes, tanto en condiciones de estabulación como de pastoreo. Constituye un interesante alimento complementario o incluso alternativo cuando, por efecto de la sequía, escasean otros forrajes. La semilla de la chumbera se emplea poco, pero es un subproducto que constituye un buen forraje y la corteza del fruto, después de procesado, también representa un excelente forraje para los cerdos.